Por: Diego
Ignacio Montenegro
Hace
poco apreciamos una película de la relación que tuvieron Anthony Charles Lynton
Blair (Tony Blair) ex primer Ministro Británico, y William Jefferson Clinton
(Bill Clinton) ex Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Realmente
nos llamó mucho la atención su manera de actuar como figuras políticas
gravitantes en el mundo. Sobre todo,
habría que resaltar el carisma personal de Tony y Bill, esa capacidad de comunicación y fomento del
diálogo, no sólo en los momentos difíciles que ambos tuvieron que enfrentar en
sus gobiernos, sino en cualquier instancia de su vida privada.
Esto nos lleva, necesariamente, a hacernos ciertas preguntas
poderosas: ¿qué tiene de especial el liderazgo de estos personajes? ¿cuáles son
sus instrumentos de motivación para llegar a la gente? ¿cuándo tienen que tomar
decisiones complejas, cómo lo hacen? Parece ser que a pesar de su naturaleza
humana, y de los tropiezos que puede haber en el camino producto de esa
naturaleza (recordemos el caso “Mónica Lewinsky” que llevó a Bill a mentir), se
cumple en general con Blair y Clinton, lo que el profesor Fredy Kofman llama
“Liderazgo consciente”. Ambos demostraron responsabilidad, integridad esencial,
humildad (si no está muy seguro mire la película “The especial relationship”),
buena conducta, comunicación auténtica, negociación constructiva, coordinación
adecuada y competencia emocional (Bill reconoció su falta ante el pueblo
norteamericano y realmente emocionó).
Pero además, podemos ver estas actitudes conscientes desde una
perspectiva de cualidades “soft” y “hard”, que complementan el análisis
anterior:
CUALIDADES
SOFT
|
CUALIDADES
HARD
|
Provocar
positivamente
|
Tener capacidad de visionar
|
Comportamiento
carismático
|
Fijar metas y objetivos
|
Tener valores y
principios definidos y sostenerlos en el tiempo
|
Planificar estratégicamente
y estar pendiente de los detalles operativos
|
Hablar lo necesario
e inspirar con el ejemplo
|
Advertir cuando las cosas
se desvían de lo esperado
|
Hablar a través de
metáforas e historias personales
|
Dar órdenes directas y sin
vacilaciones basadas en hechos y circunstancias
|
Actuar con justicia
|
Ofrecer recompensas intrínsecas
y extrínsecas basadas en el esfuerzo y resultados
|
Comunicar
públicamente
|
Contratar a los mejores
para los puestos clave
|
Fomentar la mejora
de relaciones a través del diálogo
|
Ascender a las personas que
se lo merecen
|
Fomentar el
aprendizaje de otras personas, culturas y países
|
Establecer sistemas de
control de gestión con indicadores
|
Nos parece un buen momento para una evaluación personal. No
tendremos que dirigir un país o un gobierno como Bill o Tony; pero si una
empresa, un equipo de trabajo, una familia y su componente principal: las
personas. Cualquiera de los elementos anteriores aplica para una práctica
coherente de liderazgo en un sinnúmero de situaciones de nuestra existencia.
Cuesta mucho adquirir las actitudes necesarias, pero su repetición consciente
nos lleva al hábito, y del hábito al éxito hay un pequeño paso. Lo relevante:
usar las herramientas para ganar credibilidad como líder y llevar a que los
demás hagan el resto.
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