Por: Jorge Pallarés.
Esta palabra corresponde a la voz castellana “procrastinación” de cierto sonido cacofónico. Tiene su origen en la palabra latina “procrastinatio” que se traduce como acción y efecto de diferir o aplazar. El término ha venido importado recientemente de la cultura anglosajona, “procrastination” que se emplea desde hace tiempo de forma habitual para indicar la actitud de demorar conscientemente la consecución de una tarea.
Esta palabra, se ha adaptado para llenar un vacío y bautizar con una palabra grandilocuente un fenómeno para el que otros términos como "pereza" no eran lo suficientemente descriptivos.
La costumbre de postergar una tarea determinada puede generar dependencia de diversos elementos externos, tales como navegar en Internet, leer libros, salir de compras, comer compulsivamente o dejarse absorber en exceso por la rutina laboral, entre otras, como pretexto para evadir alguna responsabilidad, acción o decisión.
Por otra parte, el llamado "síndrome del estudiante" (el hecho de que muchos estudiantes pospongan la entrega de sus trabajos hasta el último minuto del día de la fecha límite, o estudiar para un examen, lo que en mi época denominábamos “sprint final”) está presente también en otros grupos sociales: en las temporadas en las que se acerca la fecha límite para pagar los impuestos (para presentar las declaraciones mensuales o anuales), las oficinas donde se llevan a cabo esos trámites (los bancos, por ejemplo) se saturan de personas que asisten a realizar ese trámite sólo hasta el último momento. Asimismo, se padece procrastinación al coleccionar muchas opciones, como excusa para no decidirse por alguna acción en concreto.
Es un problema de autoregulación y de organización del tiempo. Su solución consistiría, entre otras cosas, en lograr una adecuada organización del tiempo, concentrándose en realizar las tareas importantes que tienen un plazo de finalización más cercano. Quien pospone una decisión, por no sentirse preparado -esperando que todo se resuelva por sí solo- suele aducir que lo hará después ... en cuanto tenga tiempo, con lo que está presentando, en el fondo, una conducta evasiva.
Si esa tarea aplazada no se retoma rápidamente al día siguiente, al otro ya habrá perdido gran parte de su "frescura", a un ritmo que no es lineal. Es decir, postergar un proyecto el doble de tiempo del previsto hace que pierda el cuádruple de motivación. Por eso, al tener que enfrentarse a retomar una serie de tareas pendientes, siempre existe una ligera tendencia a empezar por la más fresca, la menos aplazada ya que, inconscientemente, pensamos del resto: "si ya esperaron tanto, pueden esperar un poco más" y con ello se alimenta la espiral del abandono.
La procrastinación es un vicio de la conducta que lleva al individuo que la padece más que a postergar sus tareas a evitarlas. Es decir, es una actitud evitadora de aquellos trabajos que, independientemente del esfuerzo que se requiera para completarlos, no se identifican como que reporten una recompensa o satisfacción directa. El procrastinador patológico no es una persona perezosa. Simplemente decide invertir sus energías en otras actividades que le proporcionan más placer, o en general un feedback más positivo e inmediato que las que evita (que suelen ser las que más necesita completar).
Existen tres tipos de procrastinación:
▪ Por evasión, cuando se evita empezar una tarea por miedo al fracaso. Es un problema de autoestima.
▪ Por activación, cuando se posterga una tarea hasta que ya no hay más remedio que realizarla.
▪ Por indecisión, típico de las personas indecisas que intentan realizar la tarea pero se pierden en pensar la mejor manera de hacerlo sin llegar a tomar una decisión
La procrastinación puede llegar a convertirse en stress, sentimiento de culpabilidad y crisis, una pérdida de productividad personal así como desaprobación por no asumir responsabilidades. Se convierte en un problema cuando impide un normal funcionamiento de las actividades. Cuando se vuelve crónica puede ser un síntoma de desorden psicológico.
Se ha asociado también con el perfeccionismo, una tendencia a valorar negativamente el propio rendimiento, y temor a la evaluación por otros de las propias habilidades.
La forma de evitar la procrastinación, es una adecuada gestión del tiempo y administración del trabajo, proponerse metas cortas pero realizables.
“Si no puedes correr un kilómetro, corre una manzana. Detente cuando lo hayas hecho y la próxima vez intenta correr dos”.